viernes, septiembre 30, 2011

Ruta bici-bibliotecaria hasta Riba-roja

Aprovechando el día festivo que la Universidad nos ha concedido hoy, decidimos organizar una salida de compañeros en bicicleta. Al igual que las compañías multinacionales organizan torneos de pintball para mejorar la confianza y la productividad, nuestra ruta ha reforzado nuestra amistad, apoyados a medias en la bicicleta y los chupitos del Askuas.

Nos decidimos por el parque fluvial del Turia por varias razones: es una ruta asequible, más bien plana, y además es el pueblo de Cristina, una de las participantes en la ruta. Así, salimos la mitad desde Valencia y la mitad desde Riba-roja, y nos encontramos en Quart.

Al comienzo de la ruta
El camino lo hemos contado ya en este blog, pero recorrerlo con alguien que nunca lo ha hecho es una bonita experiencia. La impresión para todos es la misma: parece increíble que un paraje así se encuentre a tan sólo unos kilómetros de la ciudad.

Aquí ya estábamos todos en ruta
La ruta es asequible, si, pero larga. Eso sí, deciros que los noveles se han portado como profesionales, pese a sus bicicletas de paseo, poco preparadas para la aventura. Los kilómetros los pasábamos sin enterarnos, y lo único que costaba un poco más eran las subidas a los puentes de madera que te encuentras por todo el recorrido.

MJ bajando del puente con planta de ciclista

Descansamos un poco en la Presa, un paraje en el que hay mesas de picnic y columpios y que imaginamos lleno de gente en fin de semana: hoy estaba muy tranquilo,  y nosotros éramos casi los únicos en estar allí.

Todo el grupo en la Presa
Llegando a Riba-roja se encuentra la parte más bonita del camino, y no lo digo porque me esté leyendo Cristina, es la verdad. La vegetación que nos rodea es impresionante, hay pinos gigantes, alcornoques, cañas y algunos chopos: todo con los colores del otoño que ya está cerca.

Cristina presumiendo de término municipal
La visión de Riba-roja nos alegra a todos, sobre todo porque ya tenemos hambre y allí vamos a hacer lo que más nos gusta a los ciclistas (bueno, a algunos): almorzar. El bar Askuas, famoso ya entre todos los habituales de la bici, se han especializado en bocadillos con carne a la brasa, tomate natural  y queso fundido: sólo de acordarme se me hace la boca agua.

Con los bocatas y a dos carrillos
 El almuerzo ha terminado con un cremaet, un carajillo quemado especialidad de la casa. Y para rematar nos han sacado dos botellitas de licor para tomarnos un chupito (alguno se ha tomado dos).

Brindando por Riba-roja
Cristina y Javi se quedaban en Riba-roja, Pedro muy cerca de allí, en la Pobla, pero a los de Valencia nos quedaba un largo camino hasta casa: más o menos los mismos 25 km que habíamos recorrido hasta llegar allí. Al menos era cuesta abajo y hemos venido algo más rápidos, pero la verdad es que al llegar al parque de Cabecera nos ha sentado bien una cocacola reconstituyente. La ruta ha sido una gozada, y aunque ahora duelan las piernas y mañana alguno tendrá agujetas tenemos que repetirla. Y no esperar un año para eso!

martes, septiembre 27, 2011

De caídas y convocatorias

Una caida tonta hace 10 días me tiene a medio gas, hasta para actualizar aquí.  Aunque no fue nada grave, aún se resiente el codo, y la bicicleta me espera en el balcón sin saber las razones del parón técnico. Está deseando salir, tanto como yo, ahora que sabemos que en la ciudad de Valencia somos más de 35.000 los que pedaleamos a diario, a pesar de los impedimentos e inconvenientes. Y es que la bici está de moda, y hasta protagoniza photocalls llenos de estilo, y la utilizan todos los modernos, Boris incluído. 
Precisamente por donde pedalea Boris, en Londres, fueron pioneros en la organización de marchas ciclistas por la ciudad. Y eso mismo pretende este año la VI Marcha Ciudad de Valencia, que este año se celebra el 13 de noviembre, y a la que ya os podéis apuntar en su página web. Serán unos 40 km, en un recorrido totalmente urbano, bastante bonito. Ya lo sabéis.
A mi la caida me dejó sin poder acudir el sábado pasado a una ruta por la Via Verde de Ojos Negros, de la que Jaruku me ha enviado el perfil para darme envidia. Sólo espero recuperarme para este viernes 30, que tengo fiesta en la Uni y andamos preparando una salida bici-bibliotecaria hasta Riba-roja. ¿Alguien se apunta? Prometo que el almuerzo será bueno.

viernes, septiembre 16, 2011

Si lo dice Rita


Habrá que hacerle caso. El 18 de septiembre es el día sin coches. Aunque mejor lo alargamos al viernes y sábado también. Feliz fin de semana sin coches.

miércoles, septiembre 14, 2011

Lo normal es muy raro

El colectivo biernes ha organizado en Madrid un programa de 10 semanas a partir del viernes 23 de septiembre en los que se desarrollarán diferentes actividades para fomentar el uso de la bici. Desde una exposición de fotografías hasta conciertos, pasando por talleres, mesas redondas y hasta carreras. El programa no tiene desperdicio y lo podéis consultar aquí, en la página del Matadero Madrid, donde tendrán lugar la mayoría de las actividades.

Lo normal es que vayáis en bici, pero si no, allí os la dejan. Como siempre, aplaudimos la iniciativa aunque no sea de Valencia, y  nos copiamos las ideas que nos han gustado, como el torneo de Bike Polo..igual se nos daba bien!!

domingo, septiembre 11, 2011

El reto del Triatlón

Cuando en el mes de abril nos apuntamos al Triatlón de Valencia lo hicimos con ilusión y ganas de entrenarnos, pero la verdad es que nos duró poco, y más allá de nuestro habitual trabajo con la bicicleta, algunas tardes que salimos a correr y dos o tres dias a la piscina, llegó el verano y el planning de entrenamiento lo teníamos casi abandonado. Aunque en las playas intentamos nadar un poco, llegamos de vacaciones con la sensación de que no podríamos acabar la competición. Pero a nosotros nos gustan los retos, asi que decidimos acudir a la carrera, con el objetivo de terminarla. 

El día anterior a las pruebas nos acercamos al recinto con las bicis, sus zapatos, las zapatillas de correr, el casco, y los pantalones. Recogimos los dorsales, los colocamos en la bici y en el casco, y dejamos ya nuestra bici colocada, lista para correr. Ellas estaban listas, nosotros no tanto. Porque de ver el ambiente de los boxes, a los otros participantes, y las otras bicicletas, nos entraron unos nervios díficiles de controlar.

La bici lista, yo no tanto
Si recordais, Cucumber se había apuntado al Supersprint, y yo al Triatlon de la Mujer. Las distancias eran las mismas, 300 metros nadando, 8 km en bici y 2,5 km corriendo. Sólo que el comenzaba la prueba a las 8, y yo a las 9.15. Como siempre decimos, cómo madrugan los deportistas. Nos levantamos a las 6,15 para desayunar bien, y a las 7 estábamos en Blasco Ibáñez donde habíamos quedado con Vicente y Jose María, compañeros de Cucumber en el Supersprint. Entramos en boxes para un último repaso a nuestras cosas. Y con el gorro y las gafas de nadar, fuimos hacia la salida.

Concentrados y con cara de miedo
Las sensaciones en carrera de los dos fueron similares, y es que nos parecemos hasta en eso. Para los dos, lo más flojo era el agua, por lo que fue donde peor lo pasamos: Yo reaccioné dejando pasar a casi todas y adaptando un ritmo tranquilo que me hizo pensar que llegaba la última, Cucumber se agobió más aunque curiosamente tardó menos de lo que parecía: el hizo los 300 en 9 minutos y medio mientras que yo tardé dos más. Esos 11 minutos se me hicieron eternos, y cuando salí del agua, agotada, me puse tan contenta de acabar de nadar que salí disparada a boxes, a coger la bici. La transición nos costó bastante, puesto que teníamos que ponernos el dorsal, el casco, los calcetines y los zapatos de la bici.

Cucumber poniendose el maillot junto a Vicente
Para mí la bici fue una gozada: salir y empezar a adelantar a gente fue todo en uno. Y es que pocas chicas llevaban bici de carretera, la mayoria eran de montaña o de paseo, y la diferencia es notable: me crecí, y terminé los 8 km como una exhalación, a casi 25 de promedio. Con orgullo puedo decir que le recuperé a Cucumber los dos minutos que me había sacado nadando, en nuestra particular competición. Y entramos de nuevo en boxes, a cambiarnos las zapatillas, y salir disparados corriendo. Esta vez las piernas parecian no responder: yo de nuevo volví al ritmo pausado con miedo de tirones y flatos: correr tampoco es mi especialidad. Él corrió también con cuidado, con pequeños tirones: acabamos con apenas un minuto de diferencia los 2.5 km. Eso si, igual de contentos.

Con una gran sonrisa en el tramo final del recorrido
En total, mi tiempo fue de 45:36, y el de Cucumber 46:52. Sí, gané yo. (Yo gané. Yo gané. Le gané.). Pero bueno, eso poco importa. Lo que importa es que acabamos la carrera. Que hemos hecho la triatlón. Que conseguimos el reto. Y que ahora ya somos triatletas.

Esa misma tarde volvimos al recinto del triatlón a acompañar a Vic, corresponsal de este blog, pues iba a dejar su bici para disputar el Triatlón Sprint esta mañana. Eso son 700 metros nadando, 20 km en bici, y 5 corriendo. Y al ver a los participantes de su prueba, y a los del Olimpico, con mayores distancias aún, se nos pasó la ilusión de parecer triatletas. Y es que las diferencias eran bastante grandes, a nivel de cuerpo, de resistencia, y de bicicletas. Vic ha hecho una carrera estupenda, y aunque no han salido las clasificaciones aún, estoy segura de que hará muy buen tiempo- De momento os dejo con tres fotos de su triatlón con mayúsculas. Nosotros seguiremos entrenando para hacer el año que viene 45:00.

Saliendo del agua
Pedaleando con ganas
Viendo el final

jueves, septiembre 08, 2011

Pedaleando en Croacia: the movie

Ya os puedo presentar el gran estreno del verano (ese Almodóvar no tiene nada que hacer). Y es que Cucumber con la paciencia y el buen hacer que le caracteriza ha montado en apenas tres minutos unas cuantas imágenes de la familia pedaleando en Croacia, en la zona de Rakovica, cerca de Plitvice, y en la isla de Lopud. Que lo disfrutéis.

martes, septiembre 06, 2011

Pedaleando en Croacia

Este año hemos vuelto de vacaciones contentos y bronceados: las altas temperaturas nos han hecho pasar unos días de lo más veraniego, lleno de sol, playa y mar. Después de años pasando frío en Suecia, o en Austria, el viaje, repartido entre Italia y Croacia nos ha devuelto el espíritu mediterráneo que el boom inmobiliario casi ha destrozado en Valencia.

Volamos a Italia desde Valencia, directamente a Trieste, una pequeña ciudad al norte del país y que, como toda Italia, tiene encantos escondidos y otros más visibles. Nos alojábamos en el Hotel Roma, en una verdadera habitación cuádruple que nos vino estupendamente, pues acabamos utilizándola más de lo previsto: Y es que el turista veraniego descansa a mediodia, a no ser que quiera derretirse. En Trieste paseamos arriba y abajo desde la catedral hasta la plaza, recorrimos el canal, subimos a Opicina en tranvía, nos tomamos un delicioso gelatto y tomamos fuerzas para llegar hasta el Castillo Miramare, que como su nombre indica está situado en un lugar privilegiado. El Castillo fue residencia de uno de los principes Habsburgo, y está bastante bien conservado.

No está mal la casa de Maximiliano
En Trieste alquilamos un coche con el que partimos hacia Croacia. Para llegar allí tuvimos que atravesar un trocito de Slovenia (a primera vista parece un buen lugar para regresar con más calma). En Croacia queríamos visitar el parque natural de Plitvice, conocido por sus enormes lagos y frondosos bosques, así que nos quedamos en una casita muy cerca: los Apartamentos Helena son uno más de los cientos de alojamientos que rodean el parque, pero su dueña es quizá una de las personas más agradables que he conocido. Además de cambiarnos nuestra reserva por un pequeño apartamento más grande y confortable, nos explicó perfectamente cuales eran los mejores itinerarios para visitar el parque, cosa que hicimos al día siguiente. El lugar no nos decepcionó en absoluto:

Los lagos al fondo
 Además de los lagos, la otra cosa que más nos gustó de la zona fueron las bicicletas que Helena tenía para alquilar. Asi que sin pensarlo dos veces, realizamos una excursión a las cuevas de Baraceve. Las rutas ciclistas están bien señalizadas, y recorren pequeñas pistas asfaltadas donde el pedaleo es placentero de veras.
el mapa que nos facilitó Helena


Las chicas y la pista bien señalizada


Católica croacia   

La excursión resultó muy bonita, aunque nosotros hubiéramos seguido pedaleando tres días, hasta recorrer todo el mapa. En lugar de eso, salimos hacia Dubrovnik y llegamos después de un largo viaje a nuestro apartamento de Zaton Mali. Zaton es un pequeño pueblo situado a unos 8 km de la ciudad croata, en la costa. Nada más llegar nos dimos cuenta de que nos iba a resultar dificil hacer las excursiones planeadas: Mostar, Split, o incluso los paseos por Dubrovnik : el termómetro a más de 30º nos lo impediría, asi que cambiamos el chip, sacamos las chancletas y las gafas de buceo y nos untamos con bronceador. Hacía tiempo que no disfrutábamos tanto de la playa, y es que la costa de Dalmacia está llena de rincones espectaculares, aguas cristalinas, peces por todas partes, rocas, trampolines y ni gota de arena: un paraiso. Cada dia visitábamos una playa diferente y es dificil decidirse por una: Cavtat, Lapad, Sleno, Ston Mali, o la bahía de Zaton, donde estaban ubicados los apartamentos Villa Moretic.

La verdad es que no sé que foto elegir, todas las playas merecen una visita




 En cuanto a Dubrovnik, nos acercamos un par de veces a Stari Grad, la "Vieja Ciudad", alrededor de la cual se desarrolla la nueva en el poco espacio que le queda. Las dos veces salimos disparados, una por el calor y la gente, la otra por la gente y el calor. Miles de turistas se reparten por sus calles repletas de restaurantes, tiendas de recuerdos y de camisetas, chicos y chicas repartiendo folletos, mil olores diferentes y ninguno bueno: Dubrovnik es tan bonito que no puedes ver lo bonita que es de tanta gente que la tapa. 

La calle principal de Stari Grad, rollo calle colón sábado tarde
Hay una cosa que hacen todos los turistas de Dubrovnik y que recomendamos desde aquí: coger un barco. Frente a sus costas hay miles de islas y los operadores turísticos han desarrollado toda una industria a base de excursiones, visitas panorámicas, cruceros por tres islas, discoteca a bordo, etc., todos ellos a precios elevados. Estos barcos turísticos se cogen desde el puerto viejo, en Stari Grad, o desde Lapad. Pero desde el puerto de Gruz se puede coger tranquilamente los barcos regulares de la compañía Jadrolinija que llevan hasta las islas Elaphites sin obligarte a bailar en cubierta: por 6 euros ida y vuelta nosotros viajamos a Lopud, una isla repleta de vegetación y con playas preciosas. Nada más llegar nos encontramos un muchacho que alquilaba bicicletas: el corazón nos dió un brinco, claro.

Por las calles de Lopud  
Señales del paseo ciclista hacia la playa

Lopud, como la isla frente a Estambul que nos contaba Victor, tiene prohibido el acceso a vehículos a motor, por lo que solo cuenta con pistas semi asfaltadas por las que van caminantes, ciclistas o unos pocos carritos de golf para llevar mercancías o algún turista cansado. Lo malo es que la isla tiene una montaña en medio, y para cruzarla has de subir, y luego bajar, lo que sumado al calor y a mi escasa forma, ya sabeis que resultado da:
Algún dia dejaré de poner fotos así..o no. 


Eso sí, al llegar arriba las vistas son preciosas, y el baño que te das cuando bajas en la playa, te sabe a gloria.

Lindo, lindísimo

Con este paseo, la isla de Lopud nos encantó, y también el paseo en barco. Muy recomendable. Y asi, entre baños y buceos pasaron los días en Dubrovnik, resultando una de las más bonitas y refescantes vacaciones que hemos pasado últimamente. Y es que sin duda el sol, el mar, y la comida mediterránea dan como resultado una combinación perfecta para saborear la vida pirata (la vida mejor).

Y, por último, unas recomendaciones si pensáis viajar a Croacia. La moneda es la Kuna, que si miras en Internet, tiene un cambio fijo de 6.5 euros. Pero no hagáis el pardillo como nosotros y cambiés aquí, porque allí os darán 7 o más. Hay un montón de sitios para cambiar, y de todas formas se puede pagar en euros (el cambio que te aplican es más favorable). Y si pagas con tarjeta, tanto Visa como Mastercard te cambian a 7,3 más o menos. En segundo lugar, si pensais hacer ruta por el país mejor os vais alojando en distintos sitios cerca de vuestros destinos: hacer excursiones desde Dubrovnik resultaba complicado no solo por el calor sino por la carretera que llega hasta ahí y que has de recorrer siempre: preciosa, pero llena de tráfico y curvas, donde 60 km se hacen eternos. Hay miles de apartamentos y habitaciones por toda la costa y también por las zonas del interior que recorrimos. Y por último, no dejéis de probar el pescado, los risottos y los calamares rellenos de queso feta: una delicia. Y si lo acompañas con una ozujsko, mejor. Del tema del shopping mejor os olvidais y os reservais para el Outlet que hay frente al aeropuerto de Trieste: en Croacia no hay tiendas! ni mercadillos! (bueno, solo de fruta buenísima). Asi que mejor dejar las tiendas de lado y dedicarse a la playa. Será difícil que yo olvide un momento así:

Creo que esta imagen me acompañará todo el invierno