martes, enero 15, 2013

La leyenda del hilo rojo


Cuenta una leyenda oriental que las personas destinadas a conocerse tienen un hilo rojo atado a sus respectivos meñiques. El hilo permanece siempre atado, a pesar del tiempo y la distancia. No importa lo que tardes en conocer a esa persona, ni importa que pases mucho tiempo sin verla, ni siquiera importa si vives en la otra punta del mundo: el hilo se estirará hasta el infinito pero nunca se romperá. Este hilo viene contigo desde tu nacimiento y  te acompañará, más o menos tenso, más o menos enredado, a lo largo de toda tu vida.

El origen de la leyenda es chino: allí cuentan que el Abuelo de la Luna sale cada noche a conocer a los recién nacidos y atarles el hilo rojo que decidirá su destino.

Aunque no habla exactamente de amor -hay variantes sobre padres e hijos adoptados, o sobre amigos incondicionales- en Japón la historia se aplica a los enamorados, y el Hilo Rojo ( ellos le llaman Unmei No Akai Ito) viene a ser como Cupido. Existe una leyenda al respecto, según la cual hace muchos, muchos años el emperador de Japón era un niño joven e impaciente. Quería conocer cuanto antes a la mujer a la que estaba predestinado, y enterándose de la existencia de una vieja bruja que era capaz de ver los hilos rojos de todas las personas, le mandó llamar y le ordenó que siguiera su hilo hasta el final. La vieja obedeció, y emprendió el camino, seguida del joven emperador. Tras un largo y agotador recorrido, llegaron a un mercado de una ciudad lejana, y la vieja señaló a una campesina con un bebé en brazos. El emperador al ver el resultado enfureció, y empujó a la campesina con fuerza. El bebé cayó al suelo y comenzó a llorar a causa de la herida de su frente.

Pasados unos cuantos años, el emperador buscó esposa aconsejado por su corte, y se le habló de una preciosa joven, hija de un general de su ejército. La mandó llamar, y al retirar el velo que le cubría la cara, el emperador quedó impresionado por su belleza, sólo ensombrecida por una fea cicatriz en la frente.

La leyenda me ha gustado tanto que imagino mis meñiques llenos de hilos rojos que me unen a mi familia y a mis amigos, a los que están lejos, a los que viven al lado, los que nunca veo y los que veo a diario, y me dan ganas de tirar de alguno de ellos que anda demasiado tirante últimamente.

7 comentarios:

bluetomate dijo...

muy bonito

Slim dijo...

Gracias Jose!

El Impenitente dijo...

Los míos son rojiblancos.

Y no estoy de acuerdo en que no se puedan desatar. O es que estaban mal atados.

Slim dijo...

y a donde te llevan? a Radamer Falcao? :-)
pues no se pueden desatar, ni romper. Cosa que a veces es ventaja, y otras incoveniente.

SisterBoy dijo...

Takeshi Kitano habló de ello

http://2.bp.blogspot.com/-6HOsOflJ0GU/UF_y99gos1I/AAAAAAAAAqo/JZZE9-xZkG8/s640/dolls.jpg

Slim dijo...

que imagen más impactante. Mas que una idea romántica parece una condena.
no he visto la pelicula, me la recomiendas?

SisterBoy dijo...

La vi hace mucho y no la recuerdo muy bien pero sí recuerdo que era una historia de amor muy romantica en plan gótico-sangriento. Y eso sí la estética es immejorable