lunes, septiembre 02, 2013

Pedaleando en Alemania II

6 años después, cumplimos nuestra promesa y volvimos a Alemania de vacaciones, seguros de acertar con un país que hemos visitado varias veces y del que siempre hemos vuelto satisfechos. En esta ocasión, realizamos un viaje con la furgoneta, en varias etapas, alojándonos en campings y en un chiquito apartamento de Berlín. Al viaje nos llevamos nuestras bicis de ciudad y nos paseamos cada mañana por cada uno de los lugares en los que hemos estado, llevándonos una primera impresión-casi siempre muy grata.

Nuestra primera etapa fue Heidelberg, ciudad recomendada por mi hermano, que vivió allí durante unos meses del pasado año. Con la Universidad más antigua de Alemania y un castillo por bandera, Heidelberg es una ciudad de cuento de hadas repleta de turistas japoneses deseando captar la esencia de los filósofos. La ciudad, que mantiene su casco antiguo peatonal, está situada en el valle del Rio Neckar, que te acompaña en todos tus paseos. Es a la orilla de este río donde se encuentra el camping que lleva el mismo nombre que la ciudad:


El camping es bastante básico-sin supermercado, ni cafetería, ni piscina, ni parque infantil- pero su mejor virtud es que el autobús para en la puerta, y te lleva al mismo centro de Heidelberg en un pis-pás. Una vez allí es fácil realizar la visita turística, desde el Castillo - al que se puede subir andando, en bici o en funicular - la Silla del Rey, el Paseo de los Filósofos, la Universidad, la plaza, sus calles y sus cervecerías. La ciudad tiene mucho encanto, desde luego:


La última etapa la hicimos en la Selva Negra. Ubicados en Friburgo, ciudad también muy visitada por el turisteo y en el que nos alquilamos una caravana en el camping Hirzberg (amenazaba lluvia). Visitamos la ciudad para darnos cuenta de que la bici está tan integrada en el paisaje urbano que no te das ni cuenta. Sus calles, repletas de bicis, lo demuestran:


Carriles por todas partes, carreteras especiales, y miles de rutas que comunican Friburgo con otros pueblos, perfectamente señalizadas, con su espacio aparte de los coches. Aparcabicis en el supermercado, en correos, en los bares. Facilidades para todos los ciclistas: un paraíso.


Desde Friburgo hicimos un par de excursiones: al Titisee, y las cataratas de Totdnauer, donde pudimos ver y envidiar a montones de ciclistas con sus alforjas, haciendo viajes cicloturistas. Para visitar las cataratas, te encontrabas por ejemplo estas taquillas para guardar el casco y otras pertenencias mientras haces la excursión:


La zona es altamente recomendable para bici de carretera y de montaña, y el camping de Friburgo es perfecto: hasta tienen tiendas-cobertizo de alquiler para ciclistas a los que se les ha mojado la suya! Un destino ideal para cicloturistas aficionados, del que encontraréis un montón de información en internet.

Entre Heidelberg y Friburgo pasamos 4 días en Berlin. La capital alemana nos atrapó desde el primer instante en que pusimos los pies en Friedrichshain, el barrio en el que alquilamos nuestro apartamento y que cómo no, contaba con un flamante aparcabicis en la puerta:


En Berlín todo el mundo es joven y el que no lo es, lo parece. Simplemente pasear por la calle-con cuidado que no te atropelle una bici ¡en serio!,  fijándote en la gente, en su pelo, en su ropa, en sus andares, con la cerveza en la mano, ya es toda una experiencia. Si además lo haces en una bici, se supera. Si no la tienes, puedes utilizar el servicio de bicis públicas, Call a Bike.


Aunque la verdad es que la mayoría usa su propia bici, o alquila una en los miles de sitios-desde quioscos a tiendas de bicis, desde tiendas de bebidas a puestos de kebap-donde alquilan por 10 euros el día. Nosotros, con las nuestras, nos paseamos cada mañana, por el rio Spree, por distintos parques, por calles y barrios cercanos a nuestro barrio. En el Volkspark fuimos a ver unas montañas hechas de escombros que en 1967 escondieron dos bunkers hitlerianos: el Kleiner y el Grosser Bunkerberg (el pequeño y el grande). En el paseo nos encontramos una escultura de Fritz Cremer que representa a un miliciano y recuerda a los brigadistas internacionales de la Guerra Civil Española:


Cercano a nuestro apartamento se encontraba la East Side Gallery, el único trozo de muro que persiste y que está cubierto por graffitis de distintos artistas, el más famoso el Bruderkuss entre Breznev y Honecker. La bici de Cucmber se integró perfectamente en los graffitis:


Berlín no es una ciudad demasiado monumental, y si añadimos que la mayoría de sus calles están levantadas por obras y sus edificios cubiertos de andamios, nos quedamos mejor con los interiores de sus estupendos museos y el ambiente de sus calles. Museos visitamos tres- de las miles de posibilidades que hay- El Museo de Pérgamo, incluído en la Isla de los Museos, el Museo Tecnológico, una abrumadora colección para curiosos y amantes de los inventos, y el Museo Judío, que me resultó muy interesante. En el Tecnológico también había bicicletas, por cierto.


Sin embargo, me quedo con el ambiente de sus biergarten, sus terrazas, el mercadillo de Mauerpark, , las tiendas de todos los pelajes y la gente de Berlín, una ciudad que se mueve en bici a toda velocidad y que invita a moverse con ella, y a no quedarse parado. La ciudad que no envejece jamás.

12 comentarios:

SisterBoy dijo...

Sería fantastico si todo el año fuera Agosto pero seguro que en Noviembre no me gustaría verme allí. Me quedo con la ciudad de cuento de Grimm del principio.

Todo muy bonito pero se olvidaron de las fotos de la comida pero les perdono :)

Slim dijo...

Si ya las has visto en facebook! Las salchichas, el brezel, la cerveza, la tarta...mmmm

Slim dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
cucumber dijo...

Siempre que hemos ido a Alemania ha sido en verano. Por eso me gusta tanto. Ya va siendo hora de conocer la otra cara.
Mientras las cervezas sean tan grandes, siempre habrá deseos de volver.

SisterBoy dijo...

Bueno en invierno se puede comer asado de jabalí y cosas de esas, seguro que en Navidad se lo montan bien.

Slim dijo...

y vino caliente!

El Impenitente dijo...

Si hacen obligatorio el casco para los ciclistas, en las paradas de Valenbisi tendrán que poner también taquillas.

Buena crónica. De todos los lugares donde habéis estado este verano sólo conozco Berlín. Fui a principios de otoño. La cerveza estaba muy buena y su maratón fue espectacular. Me volví con la impresión de que Berlín es una ciudad para visitar una infinidad de veces. En realidad, Berlín creo que es una ciudad para vivir. Y de pocas grandes capitales creo que se puede decir eso.

Slim dijo...

yo me iria ahora mismo a vivir (aunque puede que volviera en enero, intoxicada de vino caliente)

lo de las taquillas que no te lo lean. que son capaces...

Merche dijo...

Me apetece un montón ir, más, despues de leer tu crónica...

Slim dijo...

Os gustaría mucho Merche!

Slim dijo...

Os gustaría mucho Merche!

Anónimo dijo...

Menuda envidia¡¡¡¡¡ de momento quiero irme de vacaciones


Inibi que esta harto de currar to el verano