Pedaleando en Galicia

La segunda semana de vacaciones la pasamos en Galicia. Y si en Cádiz pedaleamos poco, en Galicia nada y menos. Ya que además de salir sólo a primera hora de la mañana, dos días amaneció lloviendo. Algún defecto tenía que tener esta tierra, si contamos la lluvia como defecto. Porque en lo demás es perfecta: en las playas, en los pueblos, en la comida, en el paisaje, en las ciudades, en el pan, en el agua y en el vino (Amén).

Barquitas de postal en la illa de Arousa

En Galicia nos alojábamos en la Illa de Arousa, un paraíso natural situado en la Ria de Arousa, en la provincia de Pontevedra. La isla enlaza con el continente por medio de un puente de casi dos kilómetros de largo. Tiene unos 7 kilómetros cuadrados y su costa es espectacular, llena de playas paradisíacas con arena fina y agua azul turquesa. El camping en el que nos quedábamos (con un nombre tan afortunado como El Edén) tiene bungalows de distintos tamaños, una piscina que apenas pisamos, bar-restaurante y una playa a la salida que provoca desmayos al verla.

La playa del camping, con el chiringo donde mejor se come del mundo

Además de bañarnos, paseamos por la isla en bici y andando. En bici por el pueblo, el puerto de Xufre, y el faro de de Punta Cabalo. El camino hasta este punto es muy bonito, sale del final del paseo marítimo y va por un camino de tierra, siempre dejando el mar a la derecha y a la izquierda el bosque. Delante del Faro, las rocas forman un lugar mágico llamado Punta Cabalo ya que forman una figura similar a una manada de caballos salvajes.

En el pueblo, cerca del puerto

En "os cons", las rocas del Faro (yo tampoco veo los caballos)

También dimos paseos por el Parque Natural de Carreirón, al que se accedía desde el final de la playa del camping, una zona realmente preciosa con playas de aguas tranquilas y zonas arboladas, que podías atravesar por dos senderos señalizados que cubrían toda la extensión del parque. Cuando dejabas el camino para acercarte a la costa te encontrabas con una sucesión de calas: Xastelas, Arnela, Lameira...cada una más bonita que la anterior.,

Paseando por el parque natural nos encontramos sorpresas

Las playas del parque natural son algo fantasmagóricas.

Con la bici visitamos también Vilagarcía de Arousa, el centro, el puerto y el mercado -donde compramos un pan de maíz inolvidable. Por Vilagarcía pasará Contador dentro de unos días - espero que vistiendo el maillot rojo - y ya había carteles que anunciaban su llegada. Seguro que se quedan de piedra al ver el Pazo de Vistalegre. Situado en el centro del pueblo, nos impacto su señorío impecablemente mantenido.

También nos dio tiempo a salir de excursión : a Santiago -que nos recibió lloviendo - , a La Coruña - donde vimos a la familia y nos comimos el mejor pulpo de la semana y conocimos la zorza - a las Dunas de Corrubedo y al Castro de Baroña - que visité con Vicenta y Malín y a donde quise llevar a la familia para que conocieran tan precioso lugar.  Vimos faros, piedras, calas, practicamos paddle-surf, nos mojamos el chubasqueiro, nos bañamos en el Atlántico, bebimos Ribeiro y Albariño y comimos como reyes. Qué pena que esté tan lejos, porque Galicia es para volver cada año y siempre sorprenderte, y desde luego conmoverte.