sábado, septiembre 05, 2015

Córcega: Mar y monte

Pese a ser una isla relativamente cercana, sabemos pocas cosas de Córcega. A menudo se la confunde con su vecina Cerdeña, pensamos que es una isla de tamaño es similar a Mallorca, y como mucho le adivinamos puertos de yates y lujos varios. Pero nada de eso es cierto. Córcega es, desde luego, una isla francesa situada al norte de la italiana Cerdeña, pero el turismo de yate escasea en sus playas, y no digamos al interior: Córcega es verde, muy verde, como se puede ver en Google Maps:



Las montañas ocupan toda la isla y llegan hasta la misma orilla del mar. Casi toda la parte central la ocupa el Parque Natural Regional de Córcega, y existe un GR (un camino de montaña marcado por los colores blanco y rojo) que cruza toda la isla, de norte a sur, de Calenzana a Conca. El GR20 es mítico entre los montañeros por su extraordinaria belleza y dificultad. Nosotros, que somos más bien senderistas de andar por casa, recorrimos los primeros pasos del GR, desde el norte.

Carteles del GR en Calenzana

Además del GR, existen otras muchas travesías que cruzan la isla: la Mare e Monti es una de ellas (de este a oeste), infinidad de PR y de rutas circulares pensadas para caminar. Por ello el turismo de Córcega es mayoritariamente montañero y mochilero. Nosotros nos llevamos las botas y las aprovechamos bastante. Realizamos una excursión en el centro de la isla, el camino a la Cascada del inglés, al pie del Monte de Oro, y otras desde Calvi, al norte: el Bucle de Montegrosso, el de Curbaghju y el de Ficahiola. Los paisajes que recorrimos no caben en una foto. Ni siquiera en estas tres:

Bocabierta ante las montañas de Córcega
Las cascadas del Inglés

La inmensidad de lo verde
Pero Córcega, además de monte, tiene mucho mar. En torno a 1000 kilómetros de línea de costa y más de 200 playas, a cada cual más bonita. Visitarlas todas es imposible, aunque hicimos lo que pudimos: desde Ajaccio nos bañamos en la playa de Agosta y en Ruppione, en Calvi nuestra favorita fue la de Arinella, y en Pietracorbara, la Marina. La mayoría tienen zonas para bucear con las gafas y el tubo y todas tienen el agua más limpia del mundo.

A bucear!

Agua cristalina

Apetece el baño
Tanto mar y tanta costa, si fuera una isla española estaría repleta de cemento. Pero los corsos, que son muy suyos, han hecho de la conservación una bandera y del turismo moderado, un modelo. Hay pocos hoteles y apartamentos, en las montañas ni una sola urbanización. Si permiten el camping, que los franceses adoran y cuidan, y así nos alojamos nosotros: en el Camping Europe, en Ajaccio, y La Pietra, en Pietracorbara, con las tiendas de campaña. En el Camping Les Castors, en Calvi, en un precioso bungalow. Y nos movimos por la isla con la furgoneta, que nos llevamos en el ferry, que cogimos en Toulon.

En la furgo no cabía un alfiler

Los barcos de Corsica ferries en Toulon

Decathlon triunfa en los campings corsos
Movernos tampoco nos movimos mucho, porque cada vez que salíamos a la carretera las chicas nos mareábamos e Isma se cansaba a los 15 kilómetros de conducir: las carreteras corsas no son malas, son peores. Por no arreglar no arreglan ni los baches, no sea que llegue el progreso. Estrechas y sinuosas, no es raro encontrarse cerdos, vacas o burros por ellas. Cada kilómetro corso es, pues, como 50 españoles. Así que las excursiones son a los alrededores de nuestros puntos base, y algunas merecen sin duda la pena, como la del atardecer en las Islas Sanguinarias. Y a los pueblos del interior, como Montemaggiore.

Precioso atardecer

Un ejemplo de las carreteras corsas

Montemaggiore en la montaña
Calvi y Bastia cuentan con el puerto para los numerosos ferries que llegan a la isla, y son ciudades con mucho encanto. Calvi, más pequeña y turística, y Bastia más comercial y bulliciosa aunque con un punto decadente. A Calvi vamos paseando varios días desde el camping les Castors, y recorremos su calle con las tiendas para turistas, su ciudadela y el puerto (aqui sí que hay algunos yates). Bastia la visitamos el último día, pues el ferry de vuelta salía de su puerto a las 9 de la noche.
De paseo en Calvi

Vistas desde la Ciudadela

Las chicas en Bastia
Sobre gastronomía corsa no os puedo contar mucho. Pocos restaurantes (y muy caros), y con menús bastante limitados, así que lo más típico que comimos fue la pizza corsica. Comprábamos en el supermercado y nos hacíamos la comida en el camping, o nos llevábamos bocatas a las excursiones (buena idea: llevarse jamón de Teruel al vacío). Sobre bares y discotecas tampoco vimos ninguna. Y lo que tampoco vimos fueron bicicletas. En las carreteras no hay arcén y son peligrosas para pedalear. Y en las ciudades el tráfico es caótico y peligroso hasta para el peatón. Así que las bicis las usábamos para ir a comprar los croissants del desayuno (y el camino hasta el supermercado muchas veces por la acera! ). Pese a ello hemos vuelto fascinados por la belleza de esta isla, último reducto natural del mediterráneo, y muy relajados tras ver tanto verde y tanto monte, tanto azul y tanto mar.

Descansa los ojos

2 comentarios:

El Impenitente dijo...

He de decir que todos mis conocimientos sobre Córcega provenían de "Astérix en Córcega". Gracias a vosotros ya puedo decir algo más cuando me pregunten. Es más, os utilizaré como referentes, ya que utilizar a Astérix no queda del todo bien.

Qué bien viajáis y que bien lo contáis. Un abrazo.

Slim dijo...

Asi exactamente eran las montañas de Corcega:
https://cincodays.files.wordpress.com/2013/12/asterix-en-corcega-cincodays.jpg

Yo me pido Asterix, por si acaso ;-)