Aunque lo parezca no hemos tirado las bicis a la basura, que todavía las tenemos y las usamos con mucho cariño (Isma más que yo). Se vinieron con nosotros a Peñíscola e hicimos una ruta hacia el norte, por la costa, hasta que el confinamiento perimetral nos paró en Cataluña.
El primer sitio al que llegamos es Benicarló, fuimos por un carril bici del interior desde el mismo Peñíscola. Antes había un carril en el Paseo Marítimo pero ahora está anulado, en parte para evitar accidentes con los peatones en verano, en parte porque desde el COVID en el Paseo hicieron dos recorridos para caminantes y necesitaban más espacio.
En Benicarló nos acercamos hasta el puerto y entramos hacia el malecón, el día está nublado y las vistas de Peñíscola no son tan bonitas como deberían, aunque el castillo se ve entre la nieblina.
Esta en una zona conocida por sus alcachofas y las vemos por todo el camino de Benicarló a Vinarós, el siguiente pueblo por la costa. Ya adivináis que almorzamos ese día!!
Al llegar a Vinarós nos sorprenden estas plataformas de madera realizadas sobre las áreas más rocosas de la costa sur, que permiten disfrutar de estas playas y de un paisaje precioso. Nos apuntamos la idea para Les Rotes!!
El rio de la Sénia es la frontera natural de la Comunidad Valenciana y Cataluña. Esta zona está rodeada de playas vírgenes bastante aisladas, y nos quedamos con la idea de volver a explorarlas en verano y podernos bañar. Tras el rio aparece la primera población catalana, Cases de Alcanar. La vuelta la hacemos por el mismo sitio, sólo que con un pinchazo y mucho viento. Gajes del oficio ciclista!!
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