domingo, enero 24, 2010

Qué bonito es Candanchú con nieve

Hemos llegado esta tarde de Jaca, donde hemos pasado este fin de semana. Ya que el viernes era festivo en Valencia, aprovechamos para subir a esquiar a Candanchú.

Algunos de los lectores de este blog saben que somos aficionados al esquí de fondo, esa modalidad infinitamente más deportiva y sana para las rodillas. En el esquí de fondo tú te empujas para subir y también para bajar, no es nada traumático ya que cada uno va a su ritmo, paseas por bosques preciosos y por caminos espectaculares y es muchísimo más barato. No tiene pegas salvo una: y es que no alcanzas en ningún momento la velocidad ni la emoción-tipo-parque-de-atracciones del esquí alpino. Nosotros apenas practicamos este tipo de esquí, pero este viernes decidimos darnos ese gusto (y dárselo a las niñas y a mi sobrino) y subir a Candanchú.

Botas puestas, esquis calzados, y los remontes de Candanchú al fondo. Todo listo para esquiar!!

Elegimos estas pistas por su cercanía de Jaca (apenas 30 kilómetros), y porque yo les tengo cierto cariño al ser las pistas donde aprendí a esquiar. Mis padres compraron un apartamento en Jaca en el año 1973, y esos primeros inviernos eran unos locos que arrastraban a 5 niños en el coche, 7 pares de esquís, y una bolsa con naranjas y bocadillos de chorizo de pamplona, con un único objetivo en mente: la roca de Candanchú.

Candanchú y su roca, testigo de varias generaciones de esquiadores.

De aquellos años, recuerdo varias cosas unidas para siempre a la sintonía: "Qué bonito es Candanchú con nieve, que bonitas montañas tiene". Recuerdo a mi padre cargando con todos los esquís por el aparcamiento de la estación; recuerdo nuestros monos de plástico de colores que a medida que se desgarraban por las caídas les ponían unos corazones o rombos de cinta aislante. Cuando digo monos de plástico es que eran de plástico, nada de materiales goretex o windstopper que se llevan ahora; recuerdo también a mi madre repartiendo naranjas para almorzar y su creencia de que todos nuestros resfriados y catarros se curaban en la nieve (y era cierto). Por aquel entonces en Candanchú existían unos pocos remontes, y para subir a ellos nos sacaban unos tickets que el señor del remonte te picaba con unas tenazas mientras te explicaba como colocar los palos a la derecha. Por aquel entonces sólo unos pocos disfrutaban del deporte del esquí.

Los tickets de los remontes de los 70. Debería poner una foto nuestra de la época, pero están en casa de mis padres.

Desde entonces hasta ahora todo ha cambiado en las pistas de esquí: para empezar el precio de todo, puesto que has de sacarte un bono o forfait que te cuesta 34 ñapos para subir a los remontes y telesillas. Como nosotros no tenemos esquís también tenemos que alquilarlos: 20 euros para los mayores y 14 para los niños, eso sí a pie de pista. Y como las madres de ahora no son como las de antes, yo no llevaba bocatas ni naranjas, y tuvimos que ir a la cafetería a hacernos el almuerzo. Eso si, los señores de los remontes siguen diciendote como colocarte los palos de esquí. Ahora las pistas de esquí se llenan los fines de semana y los festivos, y sólo puedes asegurarte un día sin colas si vas un dia laborable, caso del viernes pasado.

Cucumber bajando la pista vacía, cortesía de Sant Vicent.

Mi padre se hizo con un libro de esquí y aprendió de forma autodidacta los rudimentos de este deporte. Así que nos enseñó muy bien los tres movimientos básicos del esquí: la uve para subir las cuestas, el paralelo para movernos por la nieve y la cuña para frenar: con esos tres movimientos y las montañas de Candanchú ya puedes llegar hasta Francia. Yo no quise ser menos que mi padre y me dediqué a enseñarle a las mías la cuña y todo lo demás. Como han practicado bastante el esquí de fondo y el patinaje en linea, no se les dió nada mal. Asi que enseguida estuvieron en disposición de bajar las pistas verdes, y hasta alguna de las azules (las pistas de esquí van en orden de dificultad marcado por colores, desde las verdes de debutante hasta las negras de profesional, pasando por azules y rojas).

Enseñándole la cuña a la pequeña.

La verdad es que pasamos un día muy divertido, aunque yo creo que prefiero el fondo: si existe una tortura en el siglo XXI similar a las de la Inquisición es ponerse unas botas de esquí alpino. Además el paisaje del bosque de hayas que está al otro lado de la frontera de Francia no tiene precio. Y las sensaciones del esquiador, tampoco: nada hay más bonito que andar por la nieve aunque sea en unas pistas señalizadas y perder la mirada en el blanco de la nieve, en el sol y la montaña.

La soledad del esquiador de fondo, y de sus hijas.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bonito,solamente he esquiado un par de veces pero creo que deberia estar subvencionado por el estado. Una gozada de finde(solo faltaron los callos)Un abrazo de bluetomate

Slim dijo...

nada de callos que estamos a dieta y el almuerzo tuvo que ser frugal..todo lo frugal que es un bocata de lomo con pimientos ;-)

El Impenitente dijo...

Lomo con pimientos. Eso sí que es vida.

Los ciclistas hacen esquí de fondo en pretemporada. Se nota dónde hay nivel.

Y sí que me creo que los catarros se curasen en la nieve. Yo siempre me los curé corriendo. Y funciona.

cucumber dijo...

Lo siento Bluetomate, pero no quiero que se subencione el esqui, que bastante gente hay.Soy egoista, pero el paisaje y el ejercicio gana mucho con poca gente.
Quiero volver a la nieve y a los bocadillos de lomo con pimientos.!!!

SisterBoy dijo...

Parece que en cualquier momento va a aparecer George Michael con jersey de renos :D

checkmate dijo...

Desde entonces, para mí, las naranjas están íntimamente unidas al frío glacial, a la nieve y a la dichosa roca. Aunque lo digo con cariño...

Slim dijo...

aja para mi tambien checkmate! es olerlas y ya me acuerdo del viaje a candanchu, con los gorros y los guantes puestos en el coche!!!

que bonico el video de last christmas, sister!

toupeiro dijo...

Magnifico deporte en contacto con la naturaleza, disfrutando con un precioso paisaje y una inmejorable compañía.

Y bajar en bici por la nieve a más de 100 km/hora.

La mejor manera de curar un catarro es sudando la camiseta. Tampoco es mala idea un par de días en cama con un buen libro y música de fondo.